Fiestas

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Los Quintos - Navidades

Antiguamente, el 27 de diciembre daba comienzo la tradicional fiesta de "los quintos", que eran muchachos que al año siguiente se iban a la mili.
Desde este día y hasta el 31 de diciembre, los quintos se juntaban en el bar, por la mañana temprano, ya que era costumbre tomar aguardiente para poder aguantar el frío que iban a pasar cuando fueran a por la leña para la hoguera del día 31.
En el pueblo, hasta el mediodía, todo estaba tranquilo y era a esta hora cuando se alborotaba el pueblo al escuchar por las "callijuelas" a los quintos volver con el ruido de los cohetes y las canciones que ellos mismos componían.
Al llegar la noche en "el bar de la Juliana", ahora conocido como "Bar Félix", los quintos celebraban su baile, no sin antes avisar por todas las casas del pueblo con el tradicional: "¡quedáis avisaos pal baile!". En las casas que entraban temblaban, te encontrabas con las camas desechas, faltaba algún chorizo o morcilla; mientras que el quinto entretenía al dueño con el vino, los demás recorrían las casas haciendo destrozos.
Hasta que no llegaban los quintos al baile, no se empezaba, y una vez allí, entre baile y copa, se divertían hasta altas horas de la noche.
Y así hasta llegado el esperado día 31, cuando los quintos se iban en busca del macho procurando entrar en el pueblo sin ser vistos hasta llegar a la casa donde esperaban las mozas preparando el albardón para esa tarde vestir y adornar al macho.
Pero esa tarde también ellos se adornaban; salían acompañados de sus familias con sus mejores galas, con ese pañuelo rojo bordado y anudado al cuello, los puros engalanados en la solapa; en una mano la "cayá" y en la otra los cohetes; así todos juntos iban al café.
Luego llevaban el macho hasta la hoguera situada en la Plaza Mayor del pueblo y allí lo soltaban para alegría y jolgorio de todos, que hay que ver la función que daba. Hasta que ya de cansancio se lo llevaban para matarlo y comerlo al siguiente todos, de nuevo, como despedida.
El punto final de esta tradición en Casillas de Coria lo ponían las campanadas, se encendía la hoguera y se decía adiós a otra quinta más, que con tanta nostalgia recordarán tantas y tantas veces, todos los quintos.
Al día siguiente los nuevos quintos, salían a "correr la bota", día de celebración para ellos y de cierta pena para los que ya acabaron.
Ojalá que esta bonita fiesta no se perdiera, porque realmente, nos falta algo en las Navidades cuando no hay quintos; el pueblo se apaga y no nos gusta verlo así.
"...salir alcahuetas, salir al balcón, a ver a los quintos que borrachos son..."